jueves, 22 de noviembre de 2007

Mariana Pineda, la libertad tiene nombre de mujer


Pedro: (Con pasión.)
¡Marianita, no temas! ¡Mujer mía! ¡Vida mía!
En el mayor sigilo conspiramos. ¡No temas!
La bandera que bordas temblará por las calles
entre el calor entero del pueblo de Granada.
Por ti la Libertad suspirada por todos
pisará tierra dura con anchos pies de plata.

Mariana de Pineda, romance popular en tres estampas,
Federico García Lorca


La libertad, esa ansiada forma de vida buscada siempre por el hombre y ante lo que otros hombres se han opuesto para mantenerse en el poder y en la riqueza. En esta lucha, surgió en el siglo XIX una mujer que demostró más valor y lealtad que muchos hombres. Nacida en 1804 entre Mariano de Pineda, abolengo de Granada, y Doña María Dolores Muñoz, de familia humilde, tuvo un comienzo difícil en este mundo, ya que sus padres no estaban casados por diferencias sociales y por presiones familiares. Así, sus progenitores se separaron y se quedo con su padre, que moriría más pronto que tarde y tuvo que ser acogida por unos amigos y sirvientes de su padre. Educada según su estatus social, fue casada a la edad de 15 años con el militar liberal Manuel Peralta, militar retirado y con mala salud, una mala salud que provocó la viudedad de Mariana con tan solo tres años de matrimonio y que la dejó con 2 hijos de corta edad.

Libertad y lealtad, valores por los que morir

La muerte de Manuel coincidió con el fin del Trienio Constitucional y el inicio de la Década Omniosa, últimos años de la vida de Mariana. La vuelta del rey Borbón provocó el cierre de periódicos, universidades y todo aquello que tuviera algún signo liberal; había que volver al Absolutismo y Fernando VII anuló todo lo cambiado durante el Trienio Constitucional. Mariana, convertida al liberalismo, empezó a participar en tertulias para conspirar, en ayudar a los presos políticos, ya fuera como enlace, ofreciendo su casa para esconder a perseguidos o para ayudar activamente en la fuga de presos, como hizo con su primo Fernando Álvarez de Sotomayor (participante en el levantamiento del ejército de Andalucía de Rafael del Riego), al que proveyó de un atuendo de monje para que huyera de la prisión. La policía estaba segura de su intervención, pero no tenía pruebas. De esta forma, Mariana se convirtió en uno de los objetivos a eliminar. Fue un soplo por parte del clero lo que provocó la detención de la heroína granadina, los bordados del Albayzin estaban tejiendo una bandera por encargo de los liberales tras una reunión en Gibraltar, y más concretamente por encargo de Mariana. La bandera, morada con un triángulo verde y con la inscripción en rojo d "Ley, Libertad e Igualdad", fue requisada por la policía y puesta en casa de Mariana, para que en un posterior registro la inculparán, como así fue. Condenada por el rey Borbón a garrote vil, se negó a romper su lealtad con el resto de complices a cambio de su libertad. El 26 de mayo de 1831 es llevada por los Campos del Triunfo de Granada para, primero ver quemar su bandera y luego morir, no sin antes haber exclamado: "
El recuerdo de mi suplicio hará más por nuestra causa que todas las banderas del mundo", y así fue, ya que la muerte de Mariana la convirtió en una martir de la libertad y del movimiento feminista, pudiendose encontrar hasta en Italia o en Argentina romances e historias inspiradas en la gran heroína. Hoy, el poder la reconoce, incluso los familiares directos de Fernando VII no tendrían reparos en dedicar insignes palabras, eso si, de forma hipócrita ya que después ante los que luchan hoy se les tacha de terroristas, como fue juzgada Mariana de Pineda.



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